Este ensayo es sobre la lectura en voz alta en Cuba hacia finales del siglo XIX y en
particular dentro del sector tabacalero entre 1865-1868, o sea, los años que preceden a la
Revolución de 1868 o también llamada Guerra de los Diez Años (1868-1878). Sin duda
alguna, el periodismo fue la única clase de publicación que llegó a todas las clases sociales
y estimuló el desarrollo de la lectura y la educación. Como lúcidos estudios sobre el siglo
XIX lo han demostrado, fue en los periódicos donde se dieron a conocer ideas, decisiones
y perfiles políticos de la sociedad y donde se transmitieron noticias mundiales así como
donde se propagó la literatura tanto popular como nacional (González, González Stephan,
Poblete, Ramos, Rotker, Sommer). Para comprender cómo y para qué se inicio la práctica
de la lectura en voz alta en los talleres de tabaquería en La Habana y después en toda la
Isla, es de suma importancia examinar dos periódicos claves de la época: El Siglo y La
Aurora.
LOS QUE LEEN Y LOS QUE ESCUCHAN
El sector tabacalero tenía un índice de alfabetismo mayor comparado a otros sectores
artesanales. Sin embargo, todavía un alto número de trabajadores no sabía leer aunque eso
no significa que no tuvieran acceso a textos históricos y literarios y sobre todo a periódicos,
revistas o folletines. Esto lo demostró el crítico e historiador Roger Chartier quien al
referirse a las lecturas y lectores populares europeos (del Renacimiento), señala que es
engañoso estudiar la lectura de una época determinada basándose exclusivamente en los
inventarios post mortem, en los catálogos impresos de ventas de bibliotecas o en la
presencia o ausencia de libros de grupos alfabetizados porque no se toma en cuenta la
“lectura de los libros cuyos lectores no los poseen pero que los han tomado prestados, o
leído en casa de otro, o escuchado leer” (140). La práctica de la lectura en voz alta es tan
antigua como la historia, y la literatura misma y el siglo XIX no fue una excepción ni para
Cuba ni para el resto del mundo. Por citar algunos ejemplos coetáneos a la época de este
estudio, en México abundaban los periódicos escritos para los artesanos como El Amigo
del Pueblo, La Reconstrucción y Las Clases Productoras, pero “no obstante el índice tan
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